CORAZÓN COSTEÑO (Breve Historia de la Costa Grande)

EL COLONIALISMO ESPAÑOL


Una vez que las huestes españolas se aposentaban en territorio mesoamericano, se hace un paréntesis temporal, para reconocer el ensamblaje social que persistió durante el virreinato, sobre todo en las comunidades indígenas más apartadas del centro neurálgico de la Nueva España, pues a través de los fundos legales, las autoridades virreinales trataron de regular la posesión de las tierras y el usufructo de ellas para los indígenas, ante el avorazamiento y la arbitrariedad de los caciques españoles y de los indios entronerados como piezas de autoridad, ya sea para solapar los abusos de los encomenderos, ampliar sus dominios o adentrarse en nuevas posesiones.

Vamos al juicio de la historia, extrayendo su jugo y composición comunitaria de ese tiempo, y a través de la copia original del fundo legal de Coahuayutla, del 20 de enero de 1531, transcrito en la misma población… siguiendo con atención el camino de la legislación española en sus colonias americanas… (documento encontrado en el Museo Kalule de Coahuayutla)

“En presencia de la justicia cabildo y regimiento juraron no desamparar el pueblo ni la posesión de sus terrenos […] en señal de perpetua posesión y amparo cavaron la tierra tiraron piedras cortaron árboles buyeron el agua de los ríos y cavaron los nacimientos de los pozos de agua y en todas partes de sus terrenos linderos colmaron a la majestad del señor emperador don Carlos V ofreciendo vasallaje por todos los postres de sus tiempos ellos por sus familias sucsesores (sic) nacientes tremolaron el estandarte dándose por recibido de sus tierras ofrecieron a los caciques en nombre de su pueblo seiscientos ducados de oro común y veinticinco marcos de plata pura para la real corona de su majestad ofreciéndoles vasallaje por todos los postrer de su tiempo […] quedando las penas impuestas si los españoles o racionales hicieran despojos violentos para la tierra de los indios”…

De esta forma se puede vislumbrar que se llevaba una correcta legitimación en la entrega de las tierras a los naturales coahuayutlenses, bajo una reciprocidad indígena entregados en lo que sería una fortuna, para el tiempo que correspondió esta vivencia, por lo que cada lector juzgará el acatamiento de la ley, y más, el pago justo o no de sus contribuciones…

Pero habrá que arribar a una nueva redacción oficial.

“[…] queremos y encargamos que a los indios no les cause daño perjuicio ni vejaciones que sea contra las leyes mandamos a la justicia y jueces que si los turbasen sus tierras por el presente instrumento se les restituyan poniéndolos en posesión perpetua y que sean sus usos y costumbres los que ejerzan con entera libertad sus derechos en señorío y dominio de sus perpetuas y libres posesiones”…

Pues sólo no queriendo ver y comprender la legislación virreinal se dejaba de respetar tal disposición, sobre el analfabetismo y mono-lingüismo indígena, pero las líneas son claras sobre el devenir de las tierras originarias de nuestro pueblos indígenas.

De forma inevitable, el espectro político, económico, social, cultural y humanístico de los habitantes del “nuevo mundo” se amalgamaron a los nuevos cánones de la vida virreinal, mientras

los conquistadores españoles se empeñaban en expandir sus dominios, conociendo y reconociendo las mejores expectativas de explotación natural y promoviendo las formas de la recaudación hacendaria, los indígenas trataban de asimilar la tendencia de abandonar sus credos y adoptar una simbología ajena a sus pensamientos y a su formación cosmogónica… ¡fue brutal el impacto cultural y religioso! En donde los pueblos originarios, a pesar de que se oponían tercamente a estas formas de pensar, finalmente fueron forzados a cambiar sus principios de cosmogonía y cultura.

En el rodar de las circunstancias y avatares, en el año de 1538, los administradores españoles establecen corregimientos y alcadías mayores, distribuidos de la forma siguiente: en el sur, las de Acapulco, Iguala, Chilapa, Tlapa y la Alcaldía Mayor de Zacatula, todavía perteneciente al estado de Michoacán.

A continuación se presentará el estado socio-político y organizativo en que fue diseñada la región de Zacatula… Esta región era la más despoblada, pues sólo la habitaban 890 indígenas y 375 no indígenas, lo que totalizaban 1265 personas que se distribuían entre Atoyac, Tecpan, Petatlán y Coahuayutla.

Según la interpretación del maestro Rubí Alarcón, en la región costanera había 56 repúblicas de indios de las cuales 34 estaban en la influencia provincial de Zacatula y las otras 22 en sus Motines, o sea, sobre la costa michoacana. De Zacatula hacia el sureste 13 eran encomiendas y 22 bajo el dominio de la corona española, que fueron:

Cacaopisca

Pochvtla

Chepila

Toliman

Tomaloca o Tomaloacan Ciguatlan

Huaytalota

Açapoteca o Xaputica

Tequepa (Tecpan)

Huiztlán

Mitla

Coyuca

Mezcaltepec

Al paso del tiempo, se reconocieron la creación de las villas de españoles en Zacatula y San Luis y la construcción de astilleros en Zacatula, Petacalco, Zihuatanejo y Acapulco, mientras el afán de conseguir oro y las enfermedades importadas de Europa fueron abatiendo las poblaciones de indios en estas tierras, hasta casi extinguirlos, lo que impactó que fueran desapareciendo las comunidades originarias… y el tiempo fue dando cuenta de la historia…

Años más tarde, mediante la ordenanza real del 4 de diciembre de 1786, las alcaldías mayores fueron denominadas “partidos” y subordinadas a distintas intendencias, así, Acapulco, Iguala, Taxco y Chilapa pasaban a la Intendencia de México, Tlapa a la de Puebla, y Zacatula, con los pueblos de Zirándaro, Pungarabato y Cutzamala, dependían de la Intendencia de Valladolid.

Aun así, se puede sostener que la presencia española en las costas guerrerenses no fue definitiva ni prolongada, sino más bien pasajera, pues la raza española aparece en los pueblos costeños cuando se generaliza la fiebre por el “oro de placer”, con el propósito insoslayable de enriquecerse, y desaparecen físicamente de ellas cuando se bajan o se acaban las reservas auríferas, abandonando paulatinamente sus zonas mineras, sin dejar algún rastro arquitectónico por estos caminos de Dios.

Sumando a las definitivas y fuertes razones anteriores, hasta este momento se puede observar y comprobar que en las costas de Guerrero nunca hubo ni ha habido edificaciones determinantes, durables y de un estilo de arquitectura que enuncien la presencia española de manera definitiva y permanente.

Por otro lado, dentro de las consideraciones y condiciones orográficas de la vertiente del Pacífico, se estima que no se llegó, ni en tiempos del dominio mexica ni en los de la colonia, a establecer lazos estrechos y determinantes con las partes geográficas centrales de México, ya que la gran extensión del Pacífico hacía más difícil organizar a los pueblos que vivían en sus costas; además, los llamados ahora Eje Volcánico y Altiplanicie Mexicana, que se presentan como la columna vertebral de nuestra tierra mexicana, pasaban a constituirse como una verdadera y difícil barrera natural que obstaculizaba las comunicaciones y los traslados humanos y materiales, sobre todo de los comerciantes y sus mercancías, o bien, el establecimiento de políticas progresivas para esta geografía, ya no se diga la vigilancia y el control oficial de la corona y los virreinatos de la Nueva España.

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Mientras que del lado del Golfo de México se acrecentaba el interés de conectarse con Europa, del flanco del Pacífico sólo se observaba una inmensidad oceánica que la volvía ajena a la realidad mexicana y que paulatinamente fue perdiendo los elementos y significancias políticas, sociales y económicas, hasta llegar a carecer de una unidad comunitaria que los beneficiara poblacionalmente.

Así fue el pasaje colonial que se presentó en tierras costeras y las influencias virreinales que se recibieron puntualmente, donde hasta la fecha se encuentran pruebas y testimonios fehacientes de su cultura que se atesoró en el tiempo.

La presencia española marcó un parte-aguas en la historia de nuestro país, de América y del mundo, ya que las ciudades virreinales, los conocimientos industriales y la cultura europea le cambió el espectro espacial y temporal a las tierras americanas; pero a la vez las culturas del “viejo continente” se vieron impactadas por el gran cúmulo de conocimientos indígenas y el vasto bagaje cultural del que hacían gala, enriqueciendo sin lugar a dudas, a la cultura y a los suelos europeos, hasta tener una resonancia altisonante en las culturas asiáticas.

De esta manera, el mundo entero modificó sus expectativas humanas, sus visiones temporales y las concepciones espaciales, corrigiendo sus troncos humanísticos, sus ramajes sociales y sus frutos culturales, pero sintiéndose enormemente orgullosos de sus raíces autóctonas americanas, mesoamericanas y costeñas. (Desde el hermoso “lugar de mujeres”. Raúl Román Román. El Indio de Iguala)